“Los desafíos y retos que enfrentamos en el desarrollo de competencias profesionales”
L.E.E. Ma. Isabel Muñoz Gallegos
En lo personal opino que para que se pueda realizar esto, enfrentar los desafíos y retos como docentes nos corresponde primero cambiar de actitud, ya que sabemos que el papel del docente es uno de los más importante para lograr llevar a cabo lo que hoy en día se plantea con esta nueva reforma, y sin docentes no puede darse, aun que este plasmada en un papel.
En el informe publicado por la OCEDE en el año de 1994 ya se hacía de manifiesto “la calidad en la enseñanza”; se confirmaba la necesidad de adaptarse a nuevas situaciones “los nuevos desafíos y demandas hacia las escuelas y los profesores surgen a partir de unas expectativas nuevas y ampliadas sobre las escuelas. La investigación sobre la enseñanza y el aprendizaje muestran la necesidad de gestionar clases cada vez más diversas en términos étnicos, lingüísticos culturales y tecnológicas; estos nuevos desafíos y demandas requieren nuevas capacidades y conocimientos por parte de los profesores ya que la situación actual es dinámica y variada.”
Ante todo cambio se nos convoca a ser capaces, ante las nuevas exigencias del siglo XXI, ante estas exigencias o desafíos surgen numerosas interrogantes, la primera de ellas es sobre ¿cuáles competencias debemos asumir para dar respuesta a la sociedad actual?, la segunda es ¿si realmente como docentes estamos suficientemente preparados para asumir el reto tecnológico para la formación de las futuras generaciones y si la integración curricular de las nuevas tecnologías en el marco de la educación contribuirá a mejorar los procesos de enseñanza aprendizaje?. Ante esto es necesario definir nuestras propias competencias para dar respuestas a las demandas de este siglo y de los futuros. Por lo que es indispensable la actualización constante y permanente de todos nosotros como docentes.
El autor Escolano Benito (1996), al definir la profesión docente lo hace en torno a tres papeles básicos:
Papel técnico: permite a los docentes guiar el aprendizaje de los alumnos conforme a determinadas reglas metodológicas de reconocida solvencia.
Aspectos éticos y socializadores de la profesión, aquí el docente es un agente en el proceso de socialización, juez evaluador en el control social.
Satisfacción de necesidades de autorrealización de los individuos en formación y de sus demandas de bien estar, las tradiciones en el mundo pedagógico enfatizando el papel del docente como preceptor o terapeuta.
Ante esta primera aproximación que nos describe el autor ya mencionado, podemos cuestionarnos, si realmente como docentes podremos ser al mismo tiempo profesionales eficaces, ingenieros de instrucción, jueces justos y buenos compañeros… etc. no cabe duda que el profesor del tercer milenio deberá abordar otras nuevas tareas desde una actitud abierta a los múltiples acontecimientos e informaciones que se generan a su alrededor. En el momento actual no podemos ser considerados como docentes o almacenes del saber o dispensadores omnipotentes del conocimiento.
Por lo anterior actualmente se requieren de profesionales del aprendizaje, con un papel y un estatus redefinido: dónde es necesario diseñar estrategias de enseñanza y aprendizaje (innovadoras con el uso de la tecnología), buscar y preparar recursos materiales didácticos, proporcionar información y gestionar el desarrollo de la clase manteniendo el orden, motivar al alumno, hacer participar a los estudiantes, facilitar la comprensión de los contenidos básicos, ser ejemplo de actuación y portador de valores, asesorar en el uso de recursos y orientar la realización de actividades, realizar tutorías, realizar trabajos con alumnos, evaluar (formativa y sumativa, fomentando la autoevaluación de estudiantes y maestros), fomentar actitudes necesarias en “la sociedad de la información”, trabajos de gestión, formación continua, contacto con el entorno (laboral, de los alumnos, etc.), todo ello conlleva a una profesión con vocación para contribuir a la mejora de la situación social a través de su ejercicio profesional.
Así pues un profesional comprometido con la educación deberá actuar, en consecuencia, preparando a las nuevas generaciones para convivir con los medios desde una formación que promueva la participación y reflexión crítica en su uso e interpretación. No podemos seguir enseñando a las generaciones del futuro con las herramientas que formaron parte de nuestro pasado.
Mi derecho a no cambiar termina justo allí donde comienza el derecho de mis alumnos al mejor profesor que llevo dentro.
Como hace mención el autor Ricardo Fernández Muñoz: La doble faceta del docente e investigador del profesor exige una correcta preparación tanto para la adquisición de conocimientos y actualización de los mismos como parte del desarrollo de nuevas habilidades y destrezas exigibles en una sociedad en permanente cambio. Así mismo se reclama la capacitación de los profesionales de la educación en el dominio y explotación didáctica de las nuevas tecnologías trasreconocer que con su auxilio se puede lograr la mejora de los procesos de enseñanza y aprendizaje en sintonía con los cambios que hoy se operan en la sociedad y en el individuo.
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